Que la choza fuera el refugio primitivo más antiguo es
una vieja idea. Ya la manifiesta Vitrubio, y a su vez, éste la tomaría de
antiquísimas tradiciones. Pero hay que poner en duda incluso a tan seria
autoridad. No hay que olvidar que éste vivió hace 2000 años, es decir, entre 8
y 6 milenios después de la existencia de Çatal Höyük, y los conocimientos que
pudiera tener de la antigüedad pertenecen al dominio de los mitos.
No es que
Vitrubio lo crea a pies juntillas, sino que lo asienta sobre el estudio del
sistema constructivo de los órdenes clásicos, que parece bastante seguro
provenía de construcciones en madera. Y sobre esa idea repetida se ha asentado
la convicción de que lo más primitivo en la edificación es la cabaña.
¿Es éste
un nuevo caso de idea que nos tiene presos?. Muy probablemente, y si así no
fuera, nada se pierde con discutirla. Entre Çatal Höyük y los templos griegos
del siglo VI a.C. hay más de 5000 años en los que la construcción ha de
evolucionar por caminos muy variados, pero sería poco serio olvidar que en
Çatal ya hay un sistema constructivo muy evolucionado y muy alejado de la
choza. Por mucho que se piense es muy difícil relacionar su casa de adobe con
una choza que emplee la madera como estructura principal.
Por otro
lado, en los órdenes clásicos, lo que puede venir de antiguas construcciones en
madera es la decoración, precisamente el orden, pero esto no es más que la
parte exterior. Las paredes de la cella son macizas. Y pudieron ser hechas de
adobe o de ladrillo desde los orígenes.
Por eso,
puede ser discutible el modo en que se llegó a edificar en madera, si a partir
de la cabaña mejorando las técnicas o a partir de edificios de ladrillo (o
adobe) con piezas de madera para completar ciertos elementos que se hacen más
sencillamente con madera. Del modo más natural, las piezas escuadradas de las
cubiertas de Çatal Höyük pueden pasar a pies derechos, para sujetar un voladizo
sobre la puerta de un local.
La utilidad de la caverna
Si la raza
humana ha llegado donde está, ha sido, de modo muy importante, por su sentido
práctico. Desde ese punto de vista, la caverna es mucho mejor abrigo que
cualquier tipo de choza, pues para que ésta llegase a igualar la calidad de
aquélla, harían falta sistemas constructivos muy perfectos que, lógicamente
necesitan mucho tiempo para desarrollarse. Durante ese lapso de tiempo (que
tuvo que ser de milenios) los chocícolas no dispusieron de verdaderos abrigos.
No cabe la menor duda de que el iglú del esquimal es una respuesta a una
necesidad y el ingenioso aprovechamiento de los medios disponibles en esas
heladas tierras, pero es indiscutible que una casa es mejor abrigo. Por la
misma razón, desde el punto de vista de la calidad como cobijo, entre una choza
de palos y una cueva (o, aún mejor, una casa de tapial) había un abismo que
casi se podría comparar al que hay entre el iglú y una casa moderna (incluso
considerada sin instalaciones de climatización). Es poco razonable creer que
los humanos hicieran la tontería de dedicarse a hacer chozas cuando sabían
construir cuevas artificiales.
Tampoco la
función defensiva del cobijo humano se limita al clima adverso, es decir, al
abrigo, sino que se amplía a la defensa contra intrusiones, sean de fieras o de
otros hombres. Era esta cuestión de la máxima importancia, pues de ella dependía
la vida. Aún ahora es importante la defensa contra los intrusos, normalmente
ladrones, como lo demuestra el negocio que, estos tiempos, están haciendo los
fabricantes de cerraduras y puertas blindadas y las compañías de Seguros o las
de Seguridad.
Entre los
posibles cobijos humanos primitivos, la caverna, por sus gruesos muros
incombustibles, con gran inercia térmica, y una estrecha entrada, fácil de
defender, tiene unas características idóneas para la habitación humana, sin
ninguna duda incomparablemente mejores que las de la choza. Los constructores
de Çatal Höyük supieron dar a sus edificios lo mejor de esas características
favorables.
Hay otro
argumento importante a favor de la historia de los chocícolas adelantados que
conviene discutir. En la suposición de que el humano primitivo hubiera sido
fundamentalmente nómada podría defenderse esa teoría y es una idea muy
arraigada que, hasta el descubrimiento de la agricultura, esta forma de vida fue
la más normal de los humanos.
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