viernes, 1 de mayo de 2015

La “otra” ciudad (1)



Que la choza fuera el refugio primitivo más antiguo es una vieja idea. Ya la manifiesta Vitrubio, y a su vez, éste la tomaría de antiquísimas tradiciones. Pero hay que poner en duda incluso a tan seria autoridad. No hay que olvidar que éste vivió hace 2000 años, es decir, entre 8 y 6 milenios después de la existencia de Çatal Höyük, y los conocimientos que pudiera tener de la antigüedad pertenecen al dominio de los mitos.
         No es que Vitrubio lo crea a pies juntillas, sino que lo asienta sobre el estudio del sistema constructivo de los órdenes clásicos, que parece bastante seguro provenía de construcciones en madera. Y sobre esa idea repetida se ha asentado la convicción de que lo más primitivo en la edificación es la cabaña.
         ¿Es éste un nuevo caso de idea que nos tiene presos?. Muy probablemente, y si así no fuera, nada se pierde con discutirla. Entre Çatal Höyük y los templos griegos del siglo VI a.C. hay más de 5000 años en los que la construcción ha de evolucionar por caminos muy variados, pero sería poco serio olvidar que en Çatal ya hay un sistema constructivo muy evolucionado y muy alejado de la choza. Por mucho que se piense es muy difícil relacionar su casa de adobe con una choza que emplee la madera como estructura principal.
         Por otro lado, en los órdenes clásicos, lo que puede venir de antiguas construcciones en madera es la decoración, precisamente el orden, pero esto no es más que la parte exterior. Las paredes de la cella son macizas. Y pudieron ser hechas de adobe o de ladrillo desde los orígenes.
         Por eso, puede ser discutible el modo en que se llegó a edificar en madera, si a partir de la cabaña mejorando las técnicas o a partir de edificios de ladrillo (o adobe) con piezas de madera para completar ciertos elementos que se hacen más sencillamente con madera. Del modo más natural, las piezas escuadradas de las cubiertas de Çatal Höyük pueden pasar a pies derechos, para sujetar un voladizo sobre la puerta de un local.

La utilidad de la caverna

         Si la raza humana ha llegado donde está, ha sido, de modo muy importante, por su sentido práctico. Desde ese punto de vista, la caverna es mucho mejor abrigo que cualquier tipo de choza, pues para que ésta llegase a igualar la calidad de aquélla, harían falta sistemas constructivos muy perfectos que, lógicamente necesitan mucho tiempo para desarrollarse. Durante ese lapso de tiempo (que tuvo que ser de milenios) los chocícolas no dispusieron de verdaderos abrigos. No cabe la menor duda de que el iglú del esquimal es una respuesta a una necesidad y el ingenioso aprovechamiento de los medios disponibles en esas heladas tierras, pero es indiscutible que una casa es mejor abrigo. Por la misma razón, desde el punto de vista de la calidad como cobijo, entre una choza de palos y una cueva (o, aún mejor, una casa de tapial) había un abismo que casi se podría comparar al que hay entre el iglú y una casa moderna (incluso considerada sin instalaciones de climatización). Es poco razonable creer que los humanos hicieran la tontería de dedicarse a hacer chozas cuando sabían construir cuevas artificiales.
         Tampoco la función defensiva del cobijo humano se limita al clima adverso, es decir, al abrigo, sino que se amplía a la defensa contra intrusiones, sean de fieras o de otros hombres. Era esta cuestión de la máxima importancia, pues de ella dependía la vida. Aún ahora es importante la defensa contra los intrusos, normalmente ladrones, como lo demuestra el negocio que, estos tiempos, están haciendo los fabricantes de cerraduras y puertas blindadas y las compañías de Seguros o las de Seguridad.
         Entre los posibles cobijos humanos primitivos, la caverna, por sus gruesos muros incombustibles, con gran inercia térmica, y una estrecha entrada, fácil de defender, tiene unas características idóneas para la habitación humana, sin ninguna duda incomparablemente mejores que las de la choza. Los constructores de Çatal Höyük supieron dar a sus edificios lo mejor de esas características favorables.
         Hay otro argumento importante a favor de la historia de los chocícolas adelantados que conviene discutir. En la suposición de que el humano primitivo hubiera sido fundamentalmente nómada podría defenderse esa teoría y es una idea muy arraigada que, hasta el descubrimiento de la agricultura, esta forma de vida fue la más normal de los humanos.

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