viernes, 22 de mayo de 2015

La agricultura



Ya se ha apuntado antes el problema del alimento que, resuelto con la agricultura, permitió la existencia de las ciudades. JaneJacobs, en La economía de las ciudades, plantea que la agri­cultu­ra nació como necesidad de las ciudades y no al contra­rio, la ciudad como resultado de la agricultura, lo que resulta también un argumento a favor de una temprana sedentarización. Si esto fue así, aleja la fecha del origen de la ciudad en unos milenios. Fuera cual fuese la fecha del nacimiento de la agricultura, con la idea que se tiene normalmente, la ciudad tiene que ser posterior a esa fecha. Según Jacobs, será anterior.
Razona Jacobs que la agricultura no pudie­ron descubrirla los nóma­das, pues para observar la relación entre la planta y la semilla, es necesario permanecer en un lugar fijo al menos un año. Si se tiene en cuenta que de esa observación hay que sacar consecuencias útiles, el plazo de asentamiento se prolonga: el hecho de ver crecer la planta al lado de donde están almacenadas unas semillas, no tiene por qué hacer pensar a la persona no advertida en la relación causa efecto; ver la repetición del nacimiento durante varios años seguidos, puede dar que pensar al observador. Súmese a ello que la producción de los híbridos necesarios para conseguir especies de rentabilidad agrícola necesita de cruces entre especies silvestres que, de natural, crecen en lugares separados[1]. El único modo posible para que, en aquellos tiempos, se pudieran dar las polinizaciones cruzadas de esas especies, es el descrito por Jacobs, que consiste en suponer que una tribu, establecida en un poblado porque obtiene allí cerca algún producto raro (obsidiana, propone Jacobs), recibía semillas recogidas en lugares alejados entre sí, traídas por comprado­res que viniesen desde lejos, como pago de la mercancía. Almacenados juntos, los diversos granos germinan y se cruzan de modo natural. Esto da ocasión para tener donde escoger y poder seleccionar las semillas híbridas más productivas. Cuando la ciudad necesita comida, empieza a sembrar en los campos de alrededor.
Siguiendo con este razonamiento, que la agricultura naciera en las ciudades no es una idea descabellada. Continúa razonando Jacobs que de hecho, aún ahora, las ciudades siguen siendo el motor de la producción agrícola. Los laboratorios que estudian las condiciones del suelo, las semillas y los fertilizantes están en las ciudades y urbanos son los inven­tores y fabri­cantes de la maquinaria agrícola.
Es impropio llamar naciones agrí­colas a las poco industrializa­das, partiendo del razonamiento de que la proporción de trabajadores de la agricultura es grande y que una gran parte de su producto nacional depende de ella. Es una denominación fruto de las mismas ideas que informan la historia de la ciudad, ideas que pueden resumirse en que la humanidad avanza por etapas fijas: nomadeo (con caza y recolección y, después, pastoreo); sedentarismo, con la agricultura y la ganadería, que permiten el nacimiento de la ciudad, y después, como creación de ella, comercio e industria. A estos pueblos se les supo­ne en el estadio intermedio de la evolución; como son sedentarios, pero no industrializados, deben de ser agrícolas, lo que parece confirmado porque la mayor parte de su producción proviene de la agricultura. Pero no es cierto; las verdaderas naciones agrícolas son precisamente las industrializa­das; su producción es tan grande que, a menudo, tienen excedentes, como lo demues­tran las medidas que constantemente toma la Unión Europea (utiliza grandes presupuestos para financiarlos, arranca vides, árboles, etc.). Estados Unidos es un gran exportador de productos agrícolas y Japón ha pasado en menos de cuarenta años, de ser importador de arroz a ser autosuficiente (es decir, ha pasado a ser una nación realmente agrí­cola, a la vez que se industrializa­ba)[2]. Por el contrario, en muchos países de Sudamérica se pasa hambre, a pesar de tener buen clima, estar poco poblados y que, por costumbre, se tiende a considerarlos como agrícolas.


[1] Si provinieran de lugares próximos se habrían hibridado por sí solas.
[2] La gran producción agrícola de estos países industrializados se consigue a menudo a costa de altos precios de los productos, pero el caso es que hay alimentos.

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