Quizá
una demostración muy efectiva de esta teoría puede encontrarse recurriendo al
lenguaje, en el que ha quedado como fosilizada la historia de estas
concepciones de la ciudad. En latín, suburbio
quiere decir lo que está bajo la ciudad[1].
Sin embargo, con esa palabra se designan cosas distintas según la lengua
moderna que la utiliza; mientras para los que hablamos lenguas romances, suburbio todavía mantiene una vieja
connotación despectiva, los de lenguas anglogermánicas llaman así a sus zonas
residenciales, que para ellos son lugares apetecibles para vivir y así, dan a
la palabra un sentido digno.
Lo cierto es que la connotación despectiva de la palabra es
la tradicional, pues los americanos del norte llaman al centro de la ciudad downtown y los alemanes unterstadt, que en ambos casos también
significa lo bajo de la ciudad[2]
en un evidente contrasentido.
Si en dos idiomas importantes del norte, se denomina con la
misma expresión a dos barrios tan opuestos en las ciudades, se debe a que la
utilización de suburbio es un residuo
de su vieja civilización por los romanos. Pareciera que mal entendida, aunque
aplicada al barrio que corresponde, la palabra ha tomado un sentido contrario
al original y acorde con la idea nórdica de la ciudad; por el contrario, las
designaciones del centro urbano en los idiomas nórdicos se ha hecho de modo
perfectamente consciente y, aun para los iletrados, es comprensible. Como la
escala de valores que se expresa con las palabras alto y bajo, en
todas las culturas es la misma, es claro lo que cada cual piensa sobre la
importancia de cada una de estas dos partes de la ciudad. El escaso conocimiento
del latín de las nuevas generaciones, hace que ya falte poco para que la
palabra suburbio, cada día menos utilizada en nuestras latitudes, llegue de
nuevo con su sentido errado y pueda ser elegante vivir en uno de ellos, ser un suburbial o, con la palabra árabe, un arrabalero.
Como añadido al entendimiento que el mediterráneo tenía de
la parte baja de su ciudad, los cincuentones podemos recordar una frase
que se decía hace muchos años; cuando los de los pueblos cercanos a la ciudad
iban a ésta, decían: “voy a subir a la ciudad”.
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