Resumiendo:
cualquier tipo de ciudad puede resolver muchos problemas y dar otros. Los
problemas que se achacan a algunos de los tipos pueden ser temporales: en unas
épocas aparecen, pero en otras desaparecen, y como ejemplo está la agresividad
de los habitantes o la salubridad, en las ciudades “hacinadas”; la circulación
de los vehículos, que no tiene verdadera solución en ninguna, salvo con el
coste de consumos elevados de energía con sus correspondientes inconvenientes.
Como colofón de esas reflexiones podría establecerse otra clasificación de las
ciudades en dos categorías: ciudades tradicionales y ciudades racionales, y
distinguir tipos dentro de ellas. Entre las primeras,
·
Las mediterráneas serían aquellas en las que el ciudadano ha impuesto
su ley y han resultado ser, aparentemente, un caos de callejuelas. Son las más
antiguas conocidas y en ellas nació la ciudanización, por eso se han llamado
más arriba, civilizadas.
·
La ciudad nórdica es la que sigue el modelo llamado moderno, de
casitas o chaletes aislados, entre vegetación. Representa un modo particular de
vida, Tradicional en el norte de Europa, ciertamente alejado del de la ciudad
mediterránea.
Y
entre las que tienen una intervención importante de planeamiento, por lo que se
las ha llamado “racionales”:
·
Las hipodámicas, que también podrían llamarse notariales[1],
serían las que siguen el trazado de Hipodamo de Mileto, que reaparece con el
campamento romano, con la ciudad eiximénica en el reino valenciano a partir del
siglo XIII, y después, repetida hasta el infinito por los españoles en las
Indias occidentales. Sus características, salvo en el trazado, son en todo
semejantes a la mediterránea, de la que son una derivación, aunque tienen también
un poco de principescas.
·
Las principescas o imperiales tienen su expresión en el urbanismo
barroco, pero su modelo más antiguo está en las avenidas que abrió Nerón en
Roma, tras el incendio. El fin de este trazado no es precisamente promover el
contacto y la comodidad de vivir, sino ensalzar el poder del príncipe. La
construcción sigue tradicionalmente el modelo mediterráneo, con fachadas en la
alineación de calle, pero con grandes avenidas, en general rectilíneas, que dan
lugar a grandes perspectivas urbanas.
La aplicación de la ciudad nórdica a núcleos más densos,
mezclada con la principesca, puesto que las ciudades formadas o reformadas por
los príncipes barrocos fueron generalmente del norte, da como resultado lo que
se ha dado en llamar ciudad moderna.
Curiosamente, algunos teóricos llaman a esta mezcla ciudad
con trazado, mientras que consideran a la ciudad mediterránea, sin trazado,
caótica. Lo cierto es que la organización de la ciudad moderna es más imaginable que visible,
puesto que el trazado se ve en los planos o vistas aéreas, pero desde la
calle, aunque pueda verse una larga avenida, que con mayor propiedad podría
llamarse, una larga calzada, puesto que este es el único rasgo que permite
identificar su forma, además de la alineación del arbolado. Los edificios, de
alturas y alineaciones caóticas, no conforman espacios definidos. Un ejemplo
extremo de este tipo de ciudad es Washington, cuyo trazado no puede
apreciarse más que desde el aire, dadas sus dimensiones y la falta de
referencias de fachadas en línea de calle. Sin embargo, en el Paris de
Haussman, que es una ciudad principesca
típica “a la antigua”, los bordes de las calles y avenidas todavía están
conformados por edificios alineados en el borde de la calle, al modo
mediterráneo, formando espacios definidos e identificables. De este modo, Washington,
sería una versión de la ciudad imperial, a partir de la ciudad nórdica o de
trama dispersa.
Por el contrario, en la misma nación, la considerada como “la
ciudad” (casi se podría decir, la urbe) es Nueva York, con trazado más o menos
hipodámico y traza tupida, pero con fachadas generalmente al borde de la calle.
[1]
No hay que desdeñar la importancia de los escribanos (actualmente, notarios) en
las reparticiones de tierras en la colonización romana de Europa o en la colonización
española en América. Los solares y las tierras son más fáciles de escriturar
cuando tienen formas regulares.
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