Uno
de los problemas que se achacaba a las ciudades de trama mediterránea, en los
orígenes de la teoría de la ciudad moderna, era la idea de que la gente,
apiñada, viviendo en lugares relativamente estrechos, desarrolla actitudes
belicosas para con sus vecinos.
Un siglo después, Waal y otros han publicado un artículo[1]
en el que aparece una entrada muy explícita: “Según un mito muy arraigado, la alta densidad de población engendraría
violencia. Aunque pudiera ser cierto para los roedores, en el ámbito de los
primates reina una pauta muy distinta.” En el artículo se desarrolla la
idea de que “el mito” de la violencia engendrada por la masificación ha nacido
del estudio de colonias de ratas, mientras que su estudio de las colonias de
primates, más avanzados intelectualmente, demuestra que, si bien crece el
estrés que puede producir malhumor y enfrentamientos, aparecen formas de
apaciguamiento (mediante caricias y el mutuo acicalamiento entre individuos),
que liman las asperezas. Curiosamente la agresividad se reduce más en los
machos y menos en las hembras, las cuales desarrollan, por otro lado, mejores
sistemas de comunicación para limar los roces. De ello se puede llegar a la
conclusión de que los animales “superiores” son capaces de desarrollar medios
para adaptarse a las situaciones de “apiñamiento”.
En cambio, en el artículo, se añade que los estudios
realizados con primates en estado libre, en las selvas, cada vez se fueron
acumulando más pruebas contra lo considerado como “bondad del medio natural”.
Lo primates en estado silvestre se comportan con crueldad y desarrollan en su
organismo grandes dosis de la hormona del estrés. Es decir, que al aplicar la
ciencia al estudio de los comportamientos, aparece claramente que el buen salvaje es un mito infundado.
Incluso en las ratas, se encontró que la situación de
agresividad se reduce notablemente cuando no hay problemas de comida, cuando
las ratas disponen de “riqueza” y no tienen que luchar contra las demás por la
supervivencia.
Al pasar la situación de los primates a los humanos, la
conclusión es clara: el medio humano de resolver los problemas, más avanzado
que el de los primates, consiste en desarrollar códigos de convivencia, lo que
podríamos llamar códigos civilizados.
Y por otro lado, viendo lo que pasa en las colonias de ratas, en situación de “riqueza”,
cuando no hay hambre, la agresividad es menor.
En el estudio, cuyos resultados se orientan claramente en la
dirección apuntada, se indica que previamente se investigó la relación entre
países densamente poblados y conflictividad, teniendo en cuenta el grado de
“ciudadanización”, así como los diferentes regímenes políticos y económicos.
Como resultado no se encontró ninguna relación. Aunque no se dice claramente en
el artículo, parece deducirse que resultaron un poco más agresivos los
habitantes de las tierras (dentro de los Estados Unidos) en que los habitantes
acostumbran a vivir más alejados unos de otros.
[1] Wall, Aureli y Judge, “Problemas de la
masificación”, Investigación y Ciencia, julio 2000
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