Partiendo de una ciudad de trama tupida, en la que no hay plazas, como se ha explicado, puede deducirse el modo de nacer éstas.

Hay además
otras cuestiones que contemplar. A las ciudades llegan, necesariamente, muchos
extranjeros. Una ciudad crece porque hay riqueza y de poco vale la riqueza sin
comercio, sin intercambio con otras ciudades; los comerciantes de la
antigüedad, buhoneros que iban de unas a otras intercambiando productos, no
podían entrar en la ciudad, entre otras cosas, porque algunos podrían
aprovechar su oficio como disfraz para espiar los puntos débiles de las defensas
de la ciudad y preparar acciones de conquista.


Una característica importante de las nuevas plazas, es
que los caminos que vienen de fuera van a confluir en ellas, por fuera de la
cerca. Lo cual es natural si se piensa que por esos caminos llegan las
mercancías que se venderán en la plaza.
[1] Que van desde los penates familiares, o dioses lares,
hasta los padres de los dioses, Cronos, Urano, ..., pasando por estos
protectores de la ciudad, tal como Atenea lo era de Atenas.
[2] Lo cual sigue ocurriendo en ciertas ciudades santas,
como en La Meca. Realmente allí está prohibida la entrada de quienes no
pertenecen a la religión islámica, lo que es exactamente el mismo caso, con
otro tipo de religión. En las ciudades antiguas (según Fustel de Coulanges),
religión y ciudadanía están estrechamente unidas y los no ciudadanos, los
extranjeros, no pueden tener la religión de la ciudad.
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