Hesiodo
recoge en Trabajos y días la idea de que en el mundo ha habido varias
edades, que nombra con metales: Edad del Oro, de la Plata, del Bronce y del
Hierro[1].
A su parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor, como lo señala el orden en
que dispone los metales. Desde entonces se ha creído de modo más o menos
consciente en esa mítica edad antigua, la del Oro en la que se supone todo era
mucho mejor y no existían las miserias humanas[2].
Y ese mito se continúa en otros que apoyan la teoría de la precedencia de las
chozas, es decir, la trama abierta.
Por su parte Pausanias cuenta que los arcadios tuvieron como
primer rey a Pelasgo, que les enseñó a alimentarse de la abogalla de roble
asiático, desechar las raíces y frutos perjudiciales, e inventó los vestidos de
piel de oveja y el modo de hacer chozas. El hijo de este rey, Licaón, construye
la primera ciudad, pero también hace un sacrificio humano y los dioses, como
castigo, le convierten en lobo. Otra vez, como en la Biblia, el fundador de la
ciudad aparece unido a la maldad. Por contraste, el fundador de Atenas,
Cecrops, prohíbe los sacrificios sangrientos.
En estos dos mitos se oponen la civilización y el salvajismo
y, precisamente el que representa el lado silvestre, es el que construye las
chozas. El fundador de esta ciudad, Licaon, es malvado, pero también asignan a sus
súbditos, los aparentemente más arcaicos (los arcadios, los que más
probabilidades tenían de haber vivido en la Edad de Oro) la choza, que no
debería ser más antigua por anticuada, aunque tal como se cuenta en los mitos
parecería ser así.
También, para demostrar que la trama abierta es la
primitiva, en el siglo pasado hubo quién se apoyó en que el templo griego era
exento, y por lo tanto un residuo de aquella disposición aislada.
Efectivamente Vitrubio cuenta en su libro que los órdenes
clásicos del templo proceden de elementos de madera[3],
pero se refiere a la parte decorativa y no explica el material de la cella,
supuestamente la parte más importante del templo, desde el punto de vista
religioso. Lo cierto es que el más viejo de los templos es el in antis, y mirando el asunto desde el entendimiento
de un arquitecto, resulta ser una habitación que ha perdido la casa que tenía a
su alrededor: tres paredes ciegas, sin decoración y además las columnas son una
parte muy poco importante, la única decoración del mismo (sólo tiene dos) que
sirven para enmarcar la puerta de entrada.
Efectivamente, hay que considerar el origen de este templo en
el primitivo mégaron del palacio
real, que algún invasor (y hubo muchos en la antigua Grecia) conservó al
derribar el palacio del rey nativo que le circundaba. Y lo respetó porque una
cosa es humillar la gloria del rey vencido, destruyendo su casa, y otra muy
distinta atreverse con el templo, desafiando al dios de la tierra que habría de
ser el suyo desde ese momento, ya que allí pensaba quedarse[4].
Una vez que quedó exento, los arquitectos hubieron de plantearse la necesidad
de disimular la amputación decorando los desnudos muros laterales (Fig 31).
Cierto, hay abundantes creencias que afirman que la choza es
el refugio más antiguo de los conocidos por los humanos, pero entre todos ellos
no hay en realidad ningún dato verificable. Todo se apoya en mitos y leyendas.
También pudiera decirse que la choza es un paso casi obligado para empezar la
construcción, pero también se puede partir, como se ha dicho, de que la cueva
es un edificio natural que pudo servir de modelo.
El hecho es que los estudiosos decimonónicos, aunque fuese
inconscientemente, debieron tomar como cierto lo que los mitos y leyendas
apuntaban y partieron de la base de que los poblados de trama abierta, con
chozas, eran los más antiguos. Pero no se podía negar la antigüedad de la
ciudad de trama cerrada, que ha existido desde tiempos remotos. Para
justificarlo, los estudiosos decimonónicos le asignaron un origen oriental, sumando la forma de la ciudad
a la vieja dicotomía entre Oriente y Occidente.
[1]
Entre el bronce y el hierro, incluye la de los Héroes,
[2]
Cervantes recoge el mito en el discurso de la bellota, de don Quijote.
[3]
El éntasis o galibo de las columnas revela su origen como troncos de árbol, las
estrías proceden del descortezamiento basto de éstos, los triglifos son las
cabezas aparentes de las vigas...
[4]
Los dioses antiguos eran dioses territoriales, lo que se conoce por henoteísmo. En las viejas conquistas, el
conquistador tomaba por suyo el dios local del territorio conquistado;
ciertamente, a veces traía su dios personal, pero siempre quedaba como más
importante el dios territorial. A los vencidos se les podía esclavizar,
asimilar o expulsar, pero nadie se atrevía con el dios local. La singularidad
de los israelitas (al menos desde el siglo VI ó V a.C.), nunca comprendida por
sus vecinos, sus conquistadores o sus conquistados, era precisamente su dios,
Yavé, presente allí donde ellos estuvieran y, como resultado, su desprecio por los
dioses locales. Evidentemente, este dios no territorial es resultado lógico de
su pasado nómada. En cambio, cuando los antiguos civilizados, no israelitas,
creaban una colonia, partían de poner en el centro de la futura ciudad una
arqueta con tierra que traían de su ciudad, modo ceremonial de traer el dios de
la tierra.
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