viernes, 13 de febrero de 2015

Sobre la densidad de población



En 1798, Thomas Robert Malthus publica su famoso  Ensayo sobre el principio de la población, en el que afirmaba que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos sólo aumentan en progresión aritmética, por lo que llegará un día en que la población será mayor que los medios de subsistencia, si no se toman medidas.
Hasta el momento tal cosa no se ha producido. La tierra sigue siendo capaz de dar comida  a todos sus habitantes. Otra cuestión es que esos alimentos estén mal repartidos y a unos les sobren y a otros les falten.
Y efectivamente la población crece en progresión geométrica y por lo tanto cada 30 o 40 años se duplica. Si actualmente hay N millones de habitantes, hace unos 40 años había N/2 y hace 80, N/4.
Si se suman los términos de esa progresión, prescindiendo del primero, N:
        N/2 + N/4 + N/8 + N/16 + ····  
      esta suma tiende a N
Esto quiere decir que actualmente viven en la tierra la mitad de los humanos que ha habido en todos los tiempos. Es decir, estadísticamente, están vivos la mitad de los sabios, la mitad de los poetas y la mitad de los ladrones.
Y hay que recordar que para dentro de unos 30 o 40 años habrá en el mundo 2N habitantes, lo que supone que habrá que multiplicar por dos tanto los alimentos como las viviendas.

Por otro lado, en los tiempos que corren hay una gran preocupación por las emisiones de CO2 y, en vista de eso, se están promoviendo combustibles que previamente hayan hecho una labor de fijación y descomposición de dicho gas: las plantas lo hacen mediante la función clorofílica. Se fabrican combustibles de procedencia vegetal, en vez de mineral.
En teoría las emisiones de dióxido de carbono de estos combustibles deberían ser iguales al absorbido por la planta en su proceso de crecimiento, pero aunque el proceso de recolección y manipulación, también exige un consumo de energía, con sus correspondientes emisiones, lo cierto es que el balance final muestra un ahorro neto de ellas.
Uniendo esto a lo afirmado más arriba, aparece una cuestión muy importante: no solo hacen falta más tierras laborables para producir más alimentos, sino también otras para producir combustibles. Además de solares para construir casas. Lo que lleva a la conclusión de que, construir en extensión con bajas densidades de población, ocupando campos que pueden servir para cultivos, no es ecológico. Las llamadas “urbanizaciones”, que yo llamaría más bien “ruralizaciones”, de casitas con jardín son algo que deberá desaparecer con el tiempo, y sus terrenos deberán ser roturados y cultivados. Y no se me diga que muchas de ellas son tierras que no sirven para cultivo, porque se puede responder que, ciertamente, no sirven para cultivo de alimentos, pero hay que recordar que para combustible sirve cualquier planta, incluso los cardos más rústicos.
Y las ciudades tradicionales son una buena alternativa a esto. En su trama tupida tienen cabida hasta las casas unifamiliares conviviendo con casas de vecinos. En esas casas unifamiliares, no hacen falta jardines de media hectárea, sino un patio donde pueda vivirse al aire libre, como se ha hecho tradicionalmente.
Evidentemente, también es una posibilidad el otro modo de urbanización, con torres de viviendas, que además puede alcanzar densidades de población más altas, pero la diferencia entre uno y otro modo es que en la ciudad tradicional se puede alcanzar una calidad de vida mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario