viernes, 9 de octubre de 2015

Las edades.



Hesiodo recoge en Trabajos y días la idea de que en el mundo ha habido varias edades, que nombra con metales: Edad del Oro, de la Plata, del Bronce y del Hierro[1]. A su parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor, como lo señala el orden en que dispone los metales. Desde entonces se ha creído de modo más o menos consciente en esa mítica edad antigua, la del Oro en la que se supone todo era mucho mejor y no existían las miserias humanas[2]. Y ese mito se continúa en otros que apoyan la teoría de la precedencia de las chozas, es decir, la trama abierta.
Por su parte Pausanias cuenta que los arcadios tuvieron como primer rey a Pelasgo, que les enseñó a alimentarse de la abogalla de roble asiático, desechar las raíces y frutos perjudiciales, e inventó los vestidos de piel de oveja y el modo de hacer chozas. El hijo de este rey, Licaón, construye la primera ciudad, pero también hace un sacrificio humano y los dioses, como castigo, le convierten en lobo. Otra vez, como en la Biblia, el fundador de la ciudad aparece unido a la maldad. Por contraste, el fundador de Atenas, Cecrops, prohíbe los sacrificios sangrientos.
En estos dos mitos se oponen la civilización y el salvajismo y, precisamente el que representa el lado silvestre, es el que construye las chozas. El fundador de esta ciudad, Licaon, es malvado, pero también asignan a sus súbditos, los aparentemente más arcaicos (los arcadios, los que más probabilidades tenían de haber vivido en la Edad de Oro) la choza, que no debería ser más antigua por anticuada, aunque tal como se cuenta en los mitos parecería ser así.
También, para demostrar que la trama abierta es la primitiva, en el siglo pasado hubo quién se apoyó en que el templo griego era exento, y por lo tanto un residuo de aquella disposición aislada.
Efectivamente Vitrubio cuenta en su libro que los órdenes clásicos del templo proceden de elementos de madera[3], pero se refiere a la parte decorativa y no explica el material de la cella, supuestamente la parte más importante del templo, desde el punto de vista religioso. Lo cierto es que el más viejo de los templos es el in antis, y mirando el asunto desde el entendimiento de un arquitecto, resulta ser una habitación que ha perdido la casa que tenía a su alrededor: tres paredes ciegas, sin decoración y además las columnas son una parte muy poco importante, la única decoración del mismo (sólo tiene dos) que sirven para enmarcar la puerta de entrada.
Efectivamente, hay que considerar el origen de este templo en el primitivo mégaron del palacio real, que algún invasor (y hubo muchos en la antigua Grecia) conservó al derribar el palacio del rey nativo que le circundaba. Y lo respetó porque una cosa es humillar la gloria del rey vencido, destruyendo su casa, y otra muy distinta atreverse con el templo, desafiando al dios de la tierra que habría de ser el suyo desde ese momento, ya que allí pensaba quedarse[4]. Una vez que quedó exento, los arquitectos hubieron de plantearse la necesidad de disimular la amputación decorando los desnudos muros laterales (Fig 31).
Cierto, hay abundantes creencias que afirman que la choza es el refugio más antiguo de los conocidos por los humanos, pero entre todos ellos no hay en realidad ningún dato verificable. Todo se apoya en mitos y leyendas. También pudiera decirse que la choza es un paso casi obligado para empezar la construcción, pero también se puede partir, como se ha dicho, de que la cueva es un edificio natural que pudo servir de modelo.
El hecho es que los estudiosos decimonónicos, aunque fuese inconscientemente, debieron tomar como cierto lo que los mitos y leyendas apuntaban y partieron de la base de que los poblados de trama abierta, con chozas, eran los más antiguos. Pero no se podía negar la antigüedad de la ciudad de trama cerrada, que ha existido desde tiempos remotos. Para justificarlo, los estudiosos decimonónicos le asignaron un origen oriental, sumando la forma de la ciudad a la vieja dicotomía entre Oriente y Occidente.


[1] Entre el bronce y el hierro, incluye la de los Héroes,
[2] Cervantes recoge el mito en el discurso de la bellota, de don Quijote.
[3] El éntasis o galibo de las columnas revela su origen como troncos de árbol, las estrías proceden del descortezamiento basto de éstos, los triglifos son las cabezas aparentes de las vigas...
[4] Los dioses antiguos eran dioses territoriales, lo que se conoce por henoteísmo. En las viejas conquistas, el conquistador tomaba por suyo el dios local del territorio conquistado; ciertamente, a veces traía su dios personal, pero siempre quedaba como más importante el dios territorial. A los vencidos se les podía esclavizar, asimilar o expulsar, pero nadie se atrevía con el dios local. La singularidad de los israelitas (al menos desde el siglo VI ó V a.C.), nunca comprendida por sus vecinos, sus conquistadores o sus conquistados, era precisamente su dios, Yavé, presente allí donde ellos estuvieran y, como resultado, su desprecio por los dioses locales. Evidentemente, este dios no territorial es resultado lógico de su pasado nómada. En cambio, cuando los antiguos civilizados, no israelitas, creaban una colonia, partían de poner en el centro de la futura ciudad una arqueta con tierra que traían de su ciudad, modo ceremonial de traer el dios de la tierra.

jueves, 1 de octubre de 2015

La ciudad nórdica



En cambio, los autores que han dominado la teoría urbana desde hace más de un siglo, vivían en poblaciones nórdicas; veían cada día a su alrededor calles con un perfil en diente de sierra, que resulta absurdo salvo suponiendo que las casas de sus bordes hubieran nacido aisladas.
En aquellas latitudes frías, la nieve, que puede llegar a acumularse en mucha cantidad haciendo soportar una gran carga a los tejados, obliga a que la pendiente de éstos sea grande, para evacuarla cuanto antes. De ello se deriva el inconveniente de que si la puerta estuviera en la fachada lateral, podría caer la nieve acumulada sobre los que entraran o salieran o, en el mejor de los casos, obstruir la entrada, por lo que la puerta se dispuso en la fachada del muro piñón, que así se convirtió en la principal. Cuando las casas se adosaron, los constructores mantuvieron la fachada formando la alineación de la calle y los faldones vertiendo hacia la medianería, en un evidente despropósito constructivo. Su origen como casas aisladas no admite duda y unas ciuda­des con esta forma no resultaban naturales; al no concordar las casas con la trama, no era difícil dedu­cir que separar de nuevo las casas era un auténtico retorno a los orígenes, pero a unos orígenes particulares.
La gente suele creer que las tradiciones son mejores cuanto más antiguas sean, y tiende a pensar que las suyas son más antiguas que las del vecino. Por eso, aquellos estudiosos no se conformaron con encontrar sus tradiciones, sino que, como dueños del mundo por entonces, quisieron demostrar que esos orígenes eran los de todos los europeos, lo que quedaría confirmado si la ciudad primitiva occidental era de trama abierta. De este modo se hacían también herederos directos de la antigüedad, incluso de la anterior a los griegos clásicos, prescindiendo de engorrosas herencias, no asimiladas, de los posteriores imperios del Sur[1], a los que habían tenido que vencer para llegar a formar sus propios imperios.
Además, hay que tener también en cuenta que los que crearon el nuevo urbanismo eran en general, protestantes o anglicanos, que leen la Biblia mucho más que los católicos. Puede que fuera de modo inconsciente, pero bastantes razones parece que se apoyan precisamente en el libro: en el Génesis se cuenta que Caín, el primer homicida y fratricida, después de su delito fue expulsado al Oriente del Edén[2] y allí fundó una ciudad. Su hermano Set, así como los ocho patriarcas que le sucedieron, fueron pastores trashumantes, y vivieron en el campo. Éstos y los demás descendientes de Adán y Eva fueron llamados hijos de Dios; por el contrario, Caín tomó mujer de entre los hijos de los hombres y sus descendien­tes fueron llamados así[3].
En una sociedad en la que la religión es importante, parece cierto que cualquier persona prefiera identificarse con los primeros, no con los segundos y, de este modo, introducir el campo en la ciudad es reivindicar a Set (o a Abel) purificando el cainismo de la ciudad. Esta idea parece tener una confirmación: es proverbial la bondad de los campesinos[4], de los setitas, así como la malicia de los ciudadanos, resultado de su ascendiente cainita; pero lo cierto es que muchos olvidan que la bondad de los campesinos no es tal, sino más frecuentemente, simplicidad, falta de instrucción; en cambio, efectivamente la instrucción, la cultura, parecen pertenecer a los cainitas, pues entre los más inmediatos descendientes de Caín estaban el primero que tañó la lira y el primer fundidor de metales, es decir, que la Biblia reconoce en los hijos de los hombres, en los ciudadanos, a los inventores de las artes y de las técnicas[5].
La viveza de espíritu puede dar grandes sabios y grandes ladrones y es poco inteligente pensar que solamente ha de dirigirse hacia el bien; lo cierto es que un malvado tonto hará poca carrera antes de acabar en manos de la justicia; el simple debe dirigir sus esfuerzos hacia el bien. De ahí la necesidad que tienen (tenían) los campesinos de ser buenos.
Volviendo a la génesis del urbanismo moderno y concretamente a las razones en que se apoya la teoría, hay más ideas en las que se puede apoyar la creencia de que las ciudades nacieron abiertas, con chozas, y conviene hacer un repaso de ellas para contestarlas.


[1] Lo que se sigue repitiendo: con el mapa de Vinlandia y el cráneo de Pilt­down, también quisieron inventarse un pasado más viejo que el del sur.
[2] Génesis 4:16: Y salió Caín de la presencia del Señor, y habitó en la tierra de Nod, al oriente del Edén.
[3] Génesis, 6:1-4
[4] En general, los mitos modernos sobre la bondad primigenia del ser humano son seres campesinos, como El buen salvaje.
[5] Genesis, 4:21-22 21Su hermano se llamaba Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan la lira y la flauta. 22Y Zila a su vez dio a luz a Tubalcaín, forjador de todo utensilio de bronce y de hierro;…