viernes, 6 de marzo de 2015

Çatal Höyük




Vale la pena detenerse un poco en el estudio de este poblado, pues es una muestra de que la vieja ciudad pudo nacer así, con trama cerrada y no tras un proceso de juntarse chozas.

Como se ha dicho, hacia 1962, Mellaart excavó una ciudad neolítica en Anatolia: Çatal Höyük (en otros textos Çatalhöyük), una de las más antiguas ciudades conocidas[1]. Sus casas estaban construidas con muros de adobe; las habitaciones tenían forma cuadrangular, y la cubierta estaba formada por vigas escuadradas que sostienen un cerramiento de forma aterrazada, también de barro.

Es notable que en los niveles más antiguos que se han excavado (hacia el 6200 a.C.) no hay calles; las casas se unían a otras por todos sus lindes, con las paredes en medianería y, naturalmente, no había otro sitio para circular que los tejados; como no estaban todos al mismo nivel, para pasar de unos a otros y para entrar en las casas desde ellos, utilizaban escaleras de mano. En niveles posteriores (Nivel VI, hacia 5500 a.C.), se mantiene una trama muy semejante, con la excepción de que aparecen algunos callejones entre las casas. Su aparición podría estar ligada a la de la que, por entonces, era una incipiente ganadería. Es razonable pensar que este nacimiento del callejón pudo deberse a que los habitantes de Çatal Höyük aprendieran que ciertos animales, de entre los que primero se domesticaron, no son buenos trepadores y necesitan camino llano para llegar al corral.

         Así, casi puede decirse que en Çatal Höyük está documentada y hasta fechada la aparición de la calle corredor. Si, como hasta ahora se ha supuesto, la ciudad nació a partir de chozas que se fueron uniendo para formar una trama cerrada, ¿cómo puede explicarse la existencia de una ciudad con esta trama en época tan remota?. Resulta muy forzada la posibilidad de que, a partir de una trama abierta, en la que hay mucho terreno donde formar vías de tránsito, pueda aparecer una forma de especulación (por primitiva que sea) o cualquier otro proceso que llegue a cerrar esas vías y obligue a los pobladores a utilizar la cubierta de las casas para circular. Los espacios que quedaban entre las chozas ya eran vías de circulación y deberían haber creado calles. Ante ello: ¿se puede seguir creyendo que en la evolución de la ciudad hubo un tiempo en el que fueran desapareciendo las calles y más tarde volviesen a aparecer?. Parece más lógico pensar que hubo una trama urbana que nació sin calles. Más adelante, sus habitantes sintieron la necesidad de abrirlas y, poco a poco, como trabajosamente, fueron rompiendo la cerrada trama de casas para disponer de este importante elemento urbano.

         Pero ¿cómo nació una ciudad sin calles?. No sería lógico suponer que la inventiva de los humanos, y menos la de aquellos primitivos, fuera brillante. Aun sabiendo que pueden darse ejemplos de la capacidad de inventar cosas sin antecedente conocido, como método de estudio es más racional tratar de encontrar un proceso evolutivo que, partiendo de elementos o conocimientos que razonablemente pudieran existir con anterioridad, lleve al invento estudiado de forma más natural.

         Durante milenios los humanos utilizaron rodillos para transportar cargas pesadas hasta que inventaron la rueda. Siguiendo este proceso mental es razonable creer en la existencia de un antecedente (como lo fueron los rodillos para la rueda) que sirviera de modelo para llegar al gran invento de la ciudad. Ese antecedente hubo de ser el poblado de cavernas, el poblado rupestre.

         Y hay razones para afirmarlo: la disposición de Çatal Höyük tiene muchas cosas en común con estos poblados. Además, actualmente hay poblados rupestres en todo el Mediterráneo, como en Capadocia (muy cerca de Çatal Höyük) o en Chinchilla (Albacete). En las Alpujarras granadinas hay pueblos en los que se circula por los tejados de las casas aunque, a diferencia de las terrazas de Çatal Höyük, son verdaderas calles, llanas, en las que no hay que subir escaleras para circular. La mayoría de los poblados rupestres actuales son excavados, no naturales.


[1] Parece que en Jericó, en Palestina, se han encontrado restos de edificios urbanos de épocas incluso anteriores, pero no se ha podido estudiar la trama primitiva, puesto que la ciudad sigue habitada.

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